9.25 de la mañana: Hora a la que tenía que pasar un tren por la estación de Sant Feliu de Llobregat en dirección Sant Vicenç de Calders.
9.30 horas: Con cinco minutos de retraso, pasa el tren. Nada fuera de lo normal: cinco o diez minutos ya son incluso comprendidos por los usuarios.
9.58 horas: El tren se queda parado entre las estaciones de Martorell y Gelida, enmedio de la nada. Durante cerca de veinte minutos, los pasajeros no tienen ningún tipo de información. Pasan los minutos y se informa de que hay una avería y que no se sabrá hasta cuando estaremos allí. Finalmente se informa de que el tren retrocederá y volverá a la estación de Martorell.
10.40 horas: El tren vuelve a la estación de Martorell, donde el desconcierto es total. Un responsable de seguridad es la única persona que hay en la estación y lo que ese hombre sabe es lo mismo que lo que los usuarios pueden escuchar por megafonía. [Apunte al margen: La reducción de costes y modernización de las estaciones de Renfe ha llevado a la desaparición de los taquilleros, y sólo las maquinas y, en algunos casos, el camarero del bar venden billetes de tren.]
11.00 horas: La desinformación es total. Los nervios empiezan a aparecer, pero la paciencia es la única solución. Los trenes en dirección Sant Vicenç de Calders no circulan y no se ofrece ninguna alternativa. Los que van hacia Barcelona lo empiezan a hacer, aunque sin seguir los horarios.
11.20 horas: Se informa a los viajeros que se ofrecerá un servicio alternativo de autobuses para cubrir el trayecto averiado.
11.45 horas: Sale el primer autobús de la estación de Martorell dirección Sant Sadurní d'Anoia. Se establece una flota de autobuses que realiza el recorrido entre estas dos estaciones y las intermedias. En Sant Sadurní un tren lanzadora funciona hasta Sant Vicenç de Calders.
12.15 horas: Llegamos a la estación de Sant Sadurní. No se sabe ni cuándo ni por dónde pasará el tren lanzadora. La megafonía continua informando de que la línea C4 lleva un retraso que en algunos casos supera los quince minutos. Han pasado dos horas y cuarenta y cinco minutos desde que cogí el tren, que a las diez me tendría que haber dejado en Vilafranca. La gente o se ríe o se caga en la familia de la grabación de megafonía.
12.45 horas: Aparece el tren lanzadora que permite a los pasajeros continuar el recorrido dirección Sant Vicenç de Calders.
13.00 horas: Me bajo en la estación de Vilafranca del Penedès tres horas y media después de subirme a un tren que a las diez tenía que haber llegado a Vilafranca.
Para volver, a las 14.15 estaba en la estación de Vilafranca y he llegado a Sant Feliu de Llobregat a las 16.45. Y sin tener que utilizar autobuses ni cambiarse de tren.
Qué manera de perder el tiempo en el tren...
Resultado: Llego tres horas tarde al trabajo. Eso sí, una buena crónica escrita en caliente ha abierto el informativo.
Trenta-cinc anys
Hace 2 días
1 comentarios:
El tren... ese gran fomentador de la lectura y de virtudes como la paciencia y la resignación. Te acompaño en el sentimiento. El otro día, sin ir más lejos, el vagón se me llenó de vietcongs y de marines durante más de una hora, tenía en las manos "Despachos de guerra", aunque la humedad asfixiante y el agobio -como en Saigón- creo que eran de verdad.
Un abrazo
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