17 mayo 2007

Crónica de la Cursa El Corte Inglés

Lo importante es participar

La Cursa de El Corte Inglés reúne a más de 50.000 corredores por las calles de Barcelona en un ambiente familiar y festivo


La 29ª edición de la Cursa de El Corte Inglés llenó el domingo las calles de Barcelona de corredores anónimos dispuestos a ser los verdaderos protagonistas de una gran fiesta popular en forma de carrera. Gente de todas las edades y de todo tipo se encargó de poner color al evento, llegando a la cifra de 53.321 corredores, que batió el récord de participación, y consolida a la Cursa como la prueba de atletismo popular más importante a nivel europeo.


La campaña publicitaria invitaba a participar a todo el mundo. La Cursa de “las enamoradas, los más cool, los García, los estudiantes…” y muchos más, según el eslogan. Es imposible hacer un retrato robot de los participantes ya que la muestra era muy heterogénea: desde ancianos hasta niños de pocos meses en carro llevados por los padres, pasando por el gran número de perros que participaban con su dorsal a la espalda como uno más. La Cursa no es una prueba a la que la gente va a competir; se trata de una fiesta de la ciudadanía, y eso se notaba en el ambiente.

El día soleado y caluroso invitaba a sonreír y a disputar – o simplemente, disfrutar – los once kilómetros de recorrido. Jordi Hereu, alcalde de Barcelona, aprovecho la ocasión para hacer campaña ante una plaza Catalunya a rebosar de gente con ganas de hacer deporte y pasárselo bien. Junto a Pere Alcocer, concejal de deportes, el alcalde se encargó de dar el pistoletazo de salida de manera puntual a las nueve y media. “Alcalde, ¡mucha suerte!”, le gritaba un ciudadano simpatizante o quizá un poco irónico.

53.321 corredores, 613 más que el año pasado, tenían que pasar por la salida, en la esquina de Plaza Catalunya con Paseo de Gràcia, lo que provocó que algunos salieran con un retraso considerable debido al colapso provocado. Poco después de que todos los participantes tomaran la salida, Pol Guillén cruzaba la línea de meta, completando el recorrido en 33 minutos y 11 segundos, convirtiéndose en el ganador de la prueba por tercer año consecutivo. Algunos, ante la gran marea humana se quejaban: “¡Los que no vayan a correr que salgan los últimos!”. “Aquí se viene a pasárselo bien”, le replicaba un hombre que acompañaba a su hija de 8 años, dispuesta a hacer el recorrido sobre sus patines, con más moral que fuerza.

El recorrido transcurría tranquilo por Aragó y Plaza España, pero la subida a Montjuic se convirtió en el momento más crítico para muchos, que acusaban el esfuerzo inicial. El avituallamiento era recibido con gran ansia y todo el mundo recogía su botella de agua. “Sólo una, ¡que haya para todos!”, gritaba una mujer de la organización. Pocos metros después, la montaña de Montjuic se convertía en un río de botellas vacías.

La Cursa es un día para pasárselo bien haciendo deporte, y algunos aprovechan para destacar sobre el resto. Un ejemplo es el caso de Joan y sus amigos, que decidieron disfrazarse de cirujanos, con bata verde y mascarilla, y llevando a una muñeca con su correspondiente dorsal en una camilla. “Queríamos dar la nota”, aseguraba con una sonrisa cómplice ante la mirada de la gente. Por otro lado, la Colla de Diables de El Prat de Llobregat participaba con su mascota: un pollo de grandes dimensiones con su dorsal en el pecho, rodeado de más de 50 personas al grito de “Ese pollo, ese pollo, eh”.

La entrada al estadio Olímpico fue uno de los momentos más emotivos. La gente miraba hacía todos los lados mientras completaba la vuelta por la misma pista por la que corrió Carl Lewis; llenos de recuerdos los más grandes, de ilusión los pequeños. Algunos hacían fotos, otros ondeaban la bufanda del Espanyol e incluso un anciano uruguayo empuñaba la bandera de su país mientras corría a un paso lento pero constante.

En la bajada de la montaña mágica, los alumnos de las escuelas Tres Pins i El Bosc repartían pequeños vasos de agua a los corredores. Mientras, los padres, exhibían grandes pancartas: “Antena + escola = No”, protestando contra la instalación de una antena de telecomunicaciones a pocos metros de sus centros escolares.

La parte final, que discurre por el Paralel, Manso, Ronda Sant Antoni y Pelai es más tranquila. Los que están más en forma siguen corriendo; los que lo están menos recorren los últimos kilómetros paseando tranquilamente. La llegada a Plaza Catalunya es triunfal, la gente se agolpa en las aceras y anima a los participantes, que afrontan los últimos metros con una sonrisa. Todos llegan orgullosos de sí mismo, y a algunos se les ve exultantes al haber llegado a la meta después de tomarse la Cursa como algo personal; como Xavier, de 14 años, que ha sido operado tres veces en el último año y completó el recorrido en menos de dos horas. Su sonrisa era impagable. En la mano llevaba el refresco gratuito que recogían todos los participantes. Según la organización se repartieron 90.000 litros de agua y 20.000 de Coca Cola. A las 2 horas y media, el control de corredores se cerró pero continuaba llegando gente que quería finalizar el recorrido. En la Cursa si que es cierto un lema cada día menos usado, que Joan, de 83 años, recordaba después de cruzar la línea de meta: “Lo importante es participar”.

14 mayo 2007

Ésta es mi llegada

Este año la Cursa El Corte Inglés ofrecía como novedad el vídeo de la llegada de los participantes. Sólo hay que entrar en la página de Doblecero, poner el tiempo que se tardó en realizar el recorrido y ahí puedes rememorar los momentos de cruzar la línea de meta. Ese momento, junto la subida a Montjuic es uno de los mejores de la prueba deportiva. Llegar corriendo por Pelayo y entrar a la plaza Catalunya a lo grande no se puede hacer otro día que no sea el de la Cursa.


Y después de esa imagen, los corredores, que se han hecho con la plaza alejando a las palomas de las cámaras de los turistas, van como gorriones a buscar el refresco gratuito.

Ésa y otras anécdotas... el próximo día en la crónica de la Cursa.

12 mayo 2007

Sábado

Los sábados son un día especial. Tienen un matiz y una manera de ser que se ha acabado convirtiendo en mi día favorito. Parte del viernes lo paso pensando en el sábado. Parte del domingo, recordando el sábado.

Los sábados significan radio. Significan poder disfrutar haciendo aquello que más te gusta de la manera que mejor te sientes. Los viernes acostumbro a dormir muy poco, pero el sueño y el cansancio se desvanecen en cuanto cruzo la puerta de la radio. Allí todo es diferente: sonrisas, carcajadas, nervios, errores, estrés, diversión, satisfacción, orgullo... Todos los sentimientos se dan cita en aquel lugar.


Después de la radio, directo hacia ti. Los sábados son nuestro día. Es un día de comidas, cenas, gofres, helados, cafés. De películas, compras, paseos, escapadas, música. De noches, autobuses nocturnos, abrazos, sonrisas, besos, miradas... Es nuestro momento, el momento por el que vale la pena pasar de lunes a viernes semana tras semana. Simplemente por llegar al sábado, por llegar a ti.

Por eso, un sábado sin ti es un sábado incompleto. No tiene ningún sentido pasar toda la semana, si llega el día D y no estás aquí.

06 mayo 2007

Entrevista a Lluis Permanyer

LLUÍS PERMANYER, periodista de La Vanguardia

“La culpa de la degradació de la Rambla és dels propis comerciants”

L’allau de turistes i la pèrdua d’espais pels ciutadans aparten als barcelonins del carrer més concorregut de Barcelona


·DAVID GUERRERO·

La Rambla és un dels carrers més emblemàtics i populars de la ciutat. Els turistes, els establiments de menjar ràpid i les botigues de souvenirs estan envaint aquest carrer, que cada cop és més evitat pels barcelonins. La Rambla està sofrint un procés de degradació i els comerciants i l’Ajuntament no fan el suficient per evitar-ho. Tot i això, possiblement es converteixi en Patrimoni de la Humanitat. Mentrestant, els ocellaires i els artistes s’acullen a noves ordenances que regulen la seva activitat. Lluís Permanyer és un dels cronistes més importants de la ciutat i que millor coneix la Rambla. Escriptor del dia a dia de la ciutat en La Vanguardia, i autor d’un gran nombre de llibres que giren en torn a Barcelona, analitza la situació del carrer més popular de Barcelona.


P: Fent una repassada històrica, les Rambles han fet un gran canvi. Lluny queden el quiosc de Canaletes i les cadires de lloguer. Com s’ha arribat a la situació actual?

R: S’ha produït un gran canvi degut al turisme arribat des dels Jocs Olímpics. Ara hi ha un allau de turistes al que abans no hi estàvem acostumats, i això ens ha agafat de nou. A més, Barcelona no és com París o Londres, que tenen carrers molt amples i més espai. Déu nos guard si haguéssim de rebre la quantitat de turistes que reben ells perquè no podríem sortir al carrer; no hi cabríem.

Els barcelonins cada cop li donen més l’esquena a la Rambla. Quines són les causes?

Senzillament perquè es fa difícil caminar per la Rambla. La gent que té una mica de pressa i que abans l’utilitzava per fer els seus desplaçaments, ara l’evita.

S’ha fet incòmode per als ciutadans?

Sí, i no tant per la quantitat de gent que hi ha de fora, sinó per les rotllanes que es formen al voltant de les actuacions, que arriben a ocupar tot el passeig.

Per què creu que a la gent de Barcelona no li crida l’atenció anar a veure aquestes actuacions?

Perquè una vegada l’has vist un cop, no aniràs cada dos o tres dies a veure-les. Els barcelonins que hi passen per allà és perquè van a treballar, a estudiar, a la Boqueria... O si has d’anar caminant fins a les drassanes o al Maremagnum fa gràcia, de tant en tant, baixar per la Rambla. Ara, si es converteix en una cursa d’obstacles tries un altre camí.

Com els barcelonins l’eviten, la majoria de persones que passegen per aquest carrer són turistes. El turisme ha afavorit o ha anat en contra de la Rambla?

En general el turisme sempre és beneficiós. El que passa és que hi ha gent que són una mica xenòfobs i els molesta. Diuen que no poden passejar per la Rambla però van a Florència i Nova York. Mira el Quim Monzó. Ell és un dels que han escrit en aquest sentit. Aleshores allà si que hi tenen dret a anar-hi? Em semblen una mica egoistes.

Hi ha molts periodistes crítics com ell, però són pocs els que fan propostes de millora i preservació. S’hauria d’estimar més a la Rambla des dels mitjans?

Hi ha un tipus de gent que queden ancorats en el passat, com per exemple, Vazquez Montalbán i Maruja Torres. Es queixaven de que els estaven destruint els paisatges de la seva infància [van néixer a la plaça del Pedró, prop de la Rambla], però ella ho diu des d’un pis al carrer Enric Granados amb Diagonal, i l’altre ho deia des de Vallvidrera. Si haguessin viscut a la plaça del Padró, podria no estar-hi d’acord, però mereixerien algun respecte. Fent-ho d’aquesta manera, ni estic d’acord ni em mereixen cap respecte.


Lluís Permanyer, en el seu despatx d’un acollidor pis al carrer Casp, s’envolta de llibres d’art i de la ciutat de Barcelona. Es nota que és la seva passió quan parla i en el seu currículum es veu que li ha dedicat la vida a la ciutat. Des de petit ha passejat per la Rambla i recorda que li feia gràcia veure a la Monyos. Confessa que de tant en tant camina sense pressa i s’atura “a veure com està, si s’aguanta tot bé i si n’hi ha alguna novetat”. Assegura que prefereix la situació actual que “la dels anys 80, que no hi havia ningú durant el dia, i per la nit feia por”.


En els últims anys, els establiments de menjar ràpid i les botigues de souvenirs estan poblant el carrer. Hi ha una oferta excessiva d’aquest tipus de botigues?

Ho haurien de prohibir ja. El que no pot ser és que un carrer tant important es converteixi en una especialització d’aquestes botigues. Ha d’haver-hi gran varietat de coses, perquè si s’especialitza és la degradació. La degradació ja va ser percebuda per grans empreses com Zara, que es va instal·lar al Portal de l’Àngel perquè va dir que la Rambla no l’interessava pel seu públic ja que estava molt degradada. Això s’ha d’evitar; s’han de prendre mesures radicals, però l’Ajuntament és molt covard i no s’atreveix.

Quina és la solució per evitar aquesta degradació?

Una de les coses que hagués resolt els problemes és el que va plantejar el que havia estat president de l’Associació Amics de la Rambla, l’Enric Pantaleoni. Va proposar que entre tots els comerciants fessin un fons comú de diners per autogestionar-se. Aleshores, quan es posés una botiga a la venda, comprar-la i decidir ells mateixos qui l’ocuparia. Coses com aquestes que haurien servit per fer una política eficaç no s’han fet mai. No hi ha res a fer perquè han desfilat molts i no s’ha aconseguit res. La culpa és dels propis comerciants, que són una colla d’anarquistes, covards i ineptes.

S’ha de regular la Rambla des de l’Administració de manera més rigorosa?

Sí, de fet ja existeix una legislació que ho permetria perquè la Rambla té una ordenança especial. Però aquesta no s’aplica del tot i es busquen escletxes per continuar obrint negocis de souvenirs, com han fet amb la camiseria Bonet, que era única en Barcelona, ha canviat de mans i ha acabat venent samarretes barates als turistes com la resta.

En les celebracions del Barça es produeixen grans aglomeracions. Les últimes vegades, a més, s’han produït desperfectes en el mobiliari urbà i els establiments propers a Canaletes. S’ha de limitar la afluència de gent en moments determinats?

La solució és treure-ho d’aquí i enviar la gent directament al camp. S’han de prendre mesures radicals, no es pot tolerar el que va passar. S’hauria de tallar des del carrer Aragó. I quan faci dos anys d’això la gent ja veurà que ha d’anar al camp. Però el que no pot ser és que a la sastreria Modelo els hi trenquin tot.

Manel Ripoll, el president de la Boqueria, ha impulsat la proposta de que la Rambla sigui Patrimoni de la Humanitat. És viable o ho veu una idea descabellada?

És viable. Diferents escriptors i intel·lectuals han dit que era el carrer més bonic del món. Alan Jacobs de la Universitat de Berkeley va situar a la Rambla i el passeig de Gràcia entre els 5 carrers més bonics del món. Per tant, no seria estrany que l’acceptés la Unesco perquè és una cosa reconeguda, però és una medalla més que no resol res.


El cor del Lluís Permanyer batega per Barcelona, mira la ciutat amb uns ulls crítics però d’enamorat, com el bon amant que estima a la seva parella però sap veure els seus defectes. Tot i això creu que “hi ha moltes coses per millorar” i s’indigna, aixecant la veu, amb algunes actuacions dels comerciants i l’Ajuntament.


Últimament l’Ajuntament està prenent algunes mesures. Per exemple, vol crear un model uniforme per a totes les terrasses. És una proposta encertada?

Sí perquè hi ha algunes que deixen molt que desitjar. Però això no resol cap problema dels que hi han plantejats allà. Per exemple, és obligatori que hi hagin terrasses? No ho és. La essència de la Rambla és la gent amunt i avall, i la terrassa és un obstacle per a això. No tenen que haver-hi tantes, i menys encara a la zona del Liceu, on hi ha doble fila de taules als dos costats i només dos metres per a passejar entre elles.

Els ocellaires estan negociant la continuïtat de les seves parades. Creu que hauria de continuar tal i com està o és encertada la opció de fer-los fora?

Aquesta decisió la trobo absurda. Primer de tot, que ja trobo absurda la legislació de la Generalitat que diu que no es poden exhibir animals perquè els hi causa estrès. Qui mesura això de l’estrès? Segon, diuen que no han d’haver-hi ocells, però es tracta de concessions. No poden fer que desaparegui tothom perquè haurien de pagar indemnitzacions i no volen gastar-se aquests diners; aleshores decideixen deixar-los vendre altres coses. O segueixen amb els ocells o que pleguin. No té cap sentit el que volen fer. Vendre ocells i peixos fa gràcia, però vendre guants o carxofes? És ridícul.

Una nova ordenança en vigència des d’aquest any regula les actuacions dels artistes i les enquadra en un espai determinat. Creu que ha millorat la situació?

Les actuacions s’haurien de produir només a la capçalera i al capdavall, que són més amples. Entre el Liceu i el Palau de la Virreina haurien d’estar prohibides totalment.

Els artistes i dibuixants han de passar un càsting i després un sorteig. És una bona manera d’organitzar als artistes per part de l’Ajuntament?

Ha d’haver-hi un cert control. Hi ha actuacions pèssimes fetes per bandarres que no saben fer res. S’han de tenir unes mínimes condicions per actuar. Els dibuixants també passen una selecció perquè han de demostrar que realment saben dibuixar una mica. El que no pot ser és que a través d’això apareguin una sèrie d’impostors que degut a la permissivitat s’instal·len. Tampoc pot ser que es vagin multiplicant fins a l’infinit. Veuen que és rendible i, arribarà un moment en que hi hauran més artistes que vianants.


Permanyer fa referència a Venècia i Siena com a ciutats similars a Barcelona, de les que s’ha de seguir l’exemple. Està segur de que “no es pot pas impedir el turisme de borratxera”, però creu que s’han d’evitar conflictes i saber “fins a quin punt és pot arribar”.


És la Rambla un mirall de la ciutat?

Sí, però relativament perquè la ciutat és un milió de coses. A la Rambla no hi pot passar un milió de coses, n’hi passen unes quantes, però no totes.

El que sí és cert és que és la imatge que s’emporten molts turistes de Barcelona.

Sí, però també van a altres llocs. No van solament a la Rambla. Barcelona també és la platja, el Tibidabo, els museus... són moltes coses.

S’ha vist una gran evolució del passat a l’actualitat, però quin futur li espera a la Rambla?

El futur jo considero que és bo per a la Rambla, perquè els moments de crisis dels anys 80 estan superats. És més fàcil governar i encarrilar els problemes que poden sorgir quan veus que pots morir d’èxit que quan pots morir d’inadmissió.

És possible que arribi un punt en el que la Rambla pugui morir d’èxit?

No, crec que a mesura que apareguin problemes s’aniran introduint mesures correctores. El que passa és que la Rambla ja no serà el que era l’any 1950. Tampoc ho és Barcelona.

01 mayo 2007

El cine en un vagón

Desde hace tiempo, todos los días acudo puntual a mi cita con el primer vagón de la línea 1 dirección Fondo que a las 8:19 pasa por Rambla Just Oliveres. En ese vagón, repleto de trabajadores, estudiantes y gente que se desplaza a algún lugar por razones desconocidas, encuentro todos los días una luz. Una estrella que hace que todos los días me levanté a la hora convenida sin remolonear entre las sábanas. Sé que no puedo perder ese metro, que ella estará ahí.


Cuando se abren las puertas del metro, veo que sonríe. Pocas personas bajan, y muchas somos las que subimos, pero siempre me dirijo al mismo lugar. Allí me esta esperando ella. Le saludo y me responde con un tímido hola y una sonrisa. Me pregunta si he dormido bien y si ayer fue bien el día. Se dirige a mí como ese hermano pequeño que siempre he deseado tener pero que nunca he tenido.

Abro el periódico y entonces me pregunta qué pasa en el mundo. Yo le hago un resumen de los titulares del día y comentamos tanto el partido del Barça como las últimas declaraciones que ha hecho el alcalde. Después de un breve silencio sé que tengo que tomar la palabra. Carraspeo como el orador que va a iniciar un discurso ante un auditorio abarrotado e inició la explicación de todos los detalles que se ven desde nuestro asiento.

El hombre que se sienta enfrente lee el periódico y gruñe por debajo del bigote, maldiciendo a los políticos y asegurando a la mujer que se sienta a su lado que el mundo cada día va peor. Ella asiente y mira para otro lado, observando atentamente a toda la gente que sube y baja. Al otro lado del vagón se encuentran un grupo de ejecutivos, todos con corbata menos uno, que hace aspavientos con las manos y habla muy fuerte. A su lado, una madre lleva de la mano a su hijo, que arrastra una mochila llena de libros. Se bajan y a la vez sube un hombre con una densa barba y su bocadillo bajo el brazo. En la siguiente estación bajan todos los estudiantes que se dirigen a la universidad. Uno de ellos ha estado escuchando música todo el trayecto, otro ha estado leyendo un libro de Eduardo Mendoza.

Cada día le explico a Marisa que es lo que veo. En el tiempo que dura nuestro trayecto el vagón se convierte en una espectacular pantalla de cine. Narro todo lo que veo de la manera más detallada posible, ella se lo imagina y me ofrece una sonrisa de agradecimiento. Entonces empieza su turno. Antes de empezar siempre comenta que todos aquellos que nos desplazamos en metro a diario tenemos un pedacito de nuestras vidas en esos vagones. Nuestros sueños, nuestras ilusiones, nuestros planes de futuro. Todo eso cada día se sumerge en nuestro vagón. Tantos sueños e ilusiones como personas. Pero eso no se lo puedo explicar a Marisa, yo no puedo verlo. Sólo nos queda jugar a imaginar, a dibujar vidas en el aire. Es en ese momento cuando ella toma la palabra y me explica cientos de vidas imaginarias, dándole color y forma a los pensamientos de nuestros actores particulares. Desde el pequeño que sueña con ser futbolista hasta el ejecutivo que planea su próximo viaje a la India. Todos los actores tienen una vida, y ella las explica como si fueran reales. Quizá en muchos casos lo sea.

Cuando escuchamos que la próxima parada es Sant Andreu interrumpimos la película, cojo del brazo a Marisa y le guió hasta la boca de metro. Allí cada uno toma su camino. Mañana serán otros actores y otras vidas, pero el escenario siempre será el mismo: ese vagón en el que todos hemos dejado una parte de nuestra alma.