La Cursa de El Corte Inglés reúne a más de 50.000 corredores por las calles de Barcelona en un ambiente familiar y festivo
La 29ª edición de la Cursa de El Corte Inglés llenó el domingo las calles de Barcelona de corredores anónimos dispuestos a ser los verdaderos protagonistas de una gran fiesta popular en forma de carrera. Gente de todas las edades y de todo tipo se encargó de poner color al evento, llegando a la cifra de 53.321 corredores, que batió el récord de participación, y consolida a la Cursa como la prueba de atletismo popular más importante a nivel europeo.
La campaña publicitaria invitaba a participar a todo el mundo. La Cursa de “las enamoradas, los más cool, los García, los estudiantes…” y muchos más, según el eslogan. Es imposible hacer un retrato robot de los participantes ya que la muestra era muy heterogénea: desde ancianos hasta niños de pocos meses en carro llevados por los padres, pasando por el gran número de perros que participaban con su dorsal a la espalda como uno más. La Cursa no es una prueba a la que la gente va a competir; se trata de una fiesta de la ciudadanía, y eso se notaba en el ambiente.
El día soleado y caluroso invitaba a sonreír y a disputar – o simplemente, disfrutar – los once kilómetros de recorrido. Jordi Hereu, alcalde de Barcelona, aprovecho la ocasión para hacer campaña ante una plaza Catalunya a rebosar de gente con ganas de hacer deporte y pasárselo bien. Junto a Pere Alcocer, concejal de deportes, el alcalde se encargó de dar el pistoletazo de salida de manera puntual a las nueve y media. “Alcalde, ¡mucha suerte!”, le gritaba un ciudadano simpatizante o quizá un poco irónico.
53.321 corredores, 613 más que el año pasado, tenían que pasar por la salida, en la esquina de Plaza Catalunya con Paseo de Gràcia, lo que provocó que algunos salieran con un retraso considerable debido al colapso provocado. Poco después de que todos los participantes tomaran la salida, Pol Guillén cruzaba la línea de meta, completando el recorrido en 33 minutos y 11 segundos, convirtiéndose en el ganador de la prueba por tercer año consecutivo. Algunos, ante la gran marea humana se quejaban: “¡Los que no vayan a correr que salgan los últimos!”. “Aquí se viene a pasárselo bien”, le replicaba un hombre que acompañaba a su hija de 8 años, dispuesta a hacer el recorrido sobre sus patines, con más moral que fuerza.
El recorrido transcurría tranquilo por Aragó y Plaza España, pero la subida a Montjuic se convirtió en el momento más crítico para muchos, que acusaban el esfuerzo inicial. El avituallamiento era recibido con gran ansia y todo el mundo recogía su botella de agua. “Sólo una, ¡que haya para todos!”, gritaba una mujer de la organización. Pocos metros después, la montaña de Montjuic se convertía en un río de botellas vacías.
La Cursa es un día para pasárselo bien haciendo deporte, y algunos aprovechan para destacar sobre el resto. Un ejemplo es el caso de Joan y sus amigos, que decidieron disfrazarse de cirujanos, con bata verde y mascarilla, y llevando a una muñeca con su correspondiente dorsal en una camilla. “Queríamos dar la nota”, aseguraba con una sonrisa cómplice ante la mirada de la gente. Por otro lado, la Colla de Diables de El Prat de Llobregat participaba con su mascota: un pollo de grandes dimensiones con su dorsal en el pecho, rodeado de más de 50 personas al grito de “Ese pollo, ese pollo, eh”.
La entrada al estadio Olímpico fue uno de los momentos más emotivos. La gente miraba hacía todos los lados mientras completaba la vuelta por la misma pista por la que corrió Carl Lewis; llenos de recuerdos los más grandes, de ilusión los pequeños. Algunos hacían fotos, otros ondeaban la bufanda del Espanyol e incluso un anciano uruguayo empuñaba la bandera de su país mientras corría a un paso lento pero constante.
En la bajada de la montaña mágica, los alumnos de las escuelas Tres Pins i El Bosc repartían pequeños vasos de agua a los corredores. Mientras, los padres, exhibían grandes pancartas: “Antena + escola = No”, protestando contra la instalación de una antena de telecomunicaciones a pocos metros de sus centros escolares.
La parte final, que discurre por el Paralel, Manso, Ronda Sant Antoni y Pelai es más tranquila. Los que están más en forma siguen corriendo; los que lo están menos recorren los últimos kilómetros paseando tranquilamente. La llegada a Plaza Catalunya es triunfal, la gente se agolpa en las aceras y anima a los participantes, que afrontan los últimos metros con una sonrisa. Todos llegan orgullosos de sí mismo, y a algunos se les ve exultantes al haber llegado a la meta después de tomarse la Cursa como algo personal; como Xavier, de 14 años, que ha sido operado tres veces en el último año y completó el recorrido en menos de dos horas. Su sonrisa era impagable. En la mano llevaba el refresco gratuito que recogían todos los participantes. Según la organización se repartieron
2 comentarios:
muy bonito pero.. y para cuando tu propia vision de la Cursa? seguro que será impagable ese relato jajajaa, echando los higadillos :p
un saludo
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