22 septiembre 2008

Joven, lee el periódico

El lunes pasado el espectáculo televisivo seguía adelante en un programa supuestamente serio como debería ser Tengo una pregunta para usted. Un joven, de 23 años, reconocía que no tenía ni idea de política ni de historia y, por lo tanto, le pedía un cigarro a Gallardón. No tenía nada mejor que preguntar. Si lo entendemos como una crítica de la incomprensión que sienten los jóvenes ante la clase política aún podemos encontrar su sentido a la pregunta, pero me da la impresión de que la única intención de todo esto era hacer el sketch y ganarse su aparición en los programas de zapping. Si con Zapatero fue el precio del café, con Rajoy "¿Cuánto gana usted?", y con Carod-Rovira el "Yo me llamo Josep Lluis", a Gallardón le ha tocado el cigarrito.



Mientras en el caso de Carod-Rovira la pregunta la hacía un joven con estética de las Nuevas Generaciones del PP que iba del listillo de clase, Gallardón se encontró con el pasotismo, una de las actitudes más habituales entre los jóvenes hoy en día.

Ante la pregunta, Gallardón anima al joven a que lea los periódicos y escuche a los políticos. Estas dos recetas son las que manda el doctor Gallardón ante la indiferencia que siente la juventud por la sociedad que nos rodea. No sé si lo conseguirá, pero en esta línea actúa también la Generalitat. Todos aquellos que este año cumplen 18 años pueden solicitar una suscripción gratis a un periódico o revista. Diarios, periódicos semanales y revistas son algunas de las opciones (hay unas sesenta) que pueden escoger los nacidos en 1990. No sé hasta que punto esta iniciativa tendrá éxito. Si ya he comentado en este blog que se lee poco en la Facultad de Ciencias de la Comunicación, el panorama en general debe ser lamentable. Espero que publiquen resultados de cuanta gente se aprovecha de esta oportunidad, que se debería hacer extensible a una franja de los 16 a los 20, o incluso más. Todo sea por el futuro de la prensa escrita.

16 septiembre 2008

SER becario, toda una experiencia

Ha sido un verano raro. Durante semanas estuve preparando todo para perfeccionar mi inglés (que falta le hace) en Estados Unidos, pero acabé en la redacción de la Cadena SER Penedès - Garraf, en Vilafranca del Penedès, a unos 6.000 kilómetros de Nueva York. Fue escuchar la palabra SER, becario, verano y se esfumaron todos los planes.

Entré en la facultad a estudiar Periodismo con un objetivo: ponerme algún día delante de esos característicos micrófonos amarillos. Era una oportunidad que no podía dejar escapar aunque ni tan siquiera cumplía los requisitos (buscaban estudiantes de segundo ciclo, y a mí todavía me faltaba un curso para ello). Pese a ello me dejaron hacer las pruebas, y sonó la flauta. Dos días después, una llamada confirmaba que había sido uno de los elegidos para ser becario durante el verano. Una llamada que llegó cinco minutos antes de entrar a hacer el examen de inglés en la Escuela Oficial de Idiomas. Como decían los de ADN, todo está conectado.

La verdad es que estos dos meses y medio como becario darían para escribir posts durante unas semanas. Ha sido un verano sumergido en el microcosmos de la SER, con infinidad de anécdotas y aventuras para explicar. Un verano que empezó como becario auténtico haciendo un par de piezas cada día, y ha acabado con un servidor presentando la desconexión territorial de Hora 14. Son las cosas que tiene trabajar en una delegación pequeña: muy poco personal y mucho trabajo. Y si las circunstancias dejan la redacción en manos de tres becarios durante un mes, y de tan solo dos durante 15 días, la cosa llega a límites insospechados. Pero no lo digo como algo negativo, ni mucho menos. Ha sido una oportunidad para aprender mucho (totalmente autodidacta) y para disfrutar trabajando de lo que más me gusta, haciendo y deshaciendo a nuestro gusto.

Hoy, el primer día alejado de lo que ya era rutina he echado de menos la lectura de rigor de los periódicos, la lista de temas del día, la búsqueda de noticias para levantar, la preparación de entrevistas, las ruedas de prensa vespertinas y las constantes y eternas llamadas. Y cuando han llegado las dos del mediodía me ha faltado el subidón de adrenalina de la noticia que llega a última hora y hay que meterla como sea en cinco minutos. Muchos recuerdos que quedan atrás.


Todos sabemos que en esta profesión los horarios solo quedan escritos en un papel y se acaban haciendo más horas. Es un trabajo que te quita mucho, pero te da mucho más. De estas semanas me llevo una gran experiencia, pero también la amistad de las compañeras con las que he compartido horas y horas en la redacción y al teléfono. Que tampoco va a ser trabajar todo el rato. Y mira que nos lo hemos pasado bien...

Y cuando faltaban diez segundos para las dos y media me decía a mi mismo: Continuen informats aquí, a la Cadena SER.